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Tramposa alta sociedad

Actores y actrices que construyen buenos personajes de textos que siempre están a la altura. Son los intérpretes del grupo de teatro "San Félix de Valdesoto" (Siero), compañía que en pocos años ha conseguido ser imprescindible en el Salón de Teatro Costumbrista de Candás, que patrocina La Nueva España. Con obras de un autor de referencia, José Ramón Oliva, sus representaciones consiguen la ovación de quienes las disfrutan. Lo volvieron a hacer el pasado viernes en el Teatro Prendes.

Hay que valorar a quienes suben a un escenario con la idea o pasión de actuar. Las motivaciones de cada cual varían, los resultados también. Pero todos merecen respeto y reconocimiento por encontrar en el arte momentos irrepetibles. Sin embargo, hay intérpretes que profesionalizan su trabajo, no importan desde dónde lo hagan, porque tienen el talento suficiente para hacer grande cada papel y cada montaje. Es lo que les ocurre a los integrantes del grupo San Félix. Este año pusieron en escena "Alta suciedad", de J.R. Oliva, obra en la que un matrimonio, Xuaco y Blasa, de clase baja y ahogado por las deudas, acude al cacique del pueblo a rogarle un préstamo que resuelva sus problemas económicos. El final es inesperado y original, con el inconfundible sello de Oliva, con el que innova el teatro costumbrista. Pepín García hace una interpretación perfecta de su papel de Xuaco. Mide cada gesto, muestra cada ángulo emocional de un personaje de lo más completo. El público empatiza con él durante todo el periplo de agitaciones por el que transita y que le hace más fuerte.

Nacho Fernández nos regala en esta ocasión un papel más contenido del que nos tiene acostumbrados. Su interpretación de cínico cacique está construido al milímetro y aporta la dosis justa para un personaje insolente.

La actriz Cristina Palacio interpreta a la mujer del cacique, con tantas aristas que su trabajo resulta, más que convincente, sobresaliente. A la altura de su personaje también está Marina García, pero el papel que interpreta Elena Villa, como insolente sirviente de la casa, es sublime. Siempre en su justa medida e impecable. Además la obra cuenta con la participación de la pequeña Alba Fernández, con un papel significativo al inicio y al final de la obra. Destacada también es la escenografía, cuidando al detalle el mobiliario y la decoración del noble salón donde se desarrolla la trama. También está a la altura el vestuario, muy adecuado para cada personaje, diferenciando la evidente brecha social.

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